LO QUE DEJÉ POR TI
Dejé
por ti mis bosques, mi perdida
arboleda,
mis perros desvelados,
mis
capitales años desterrados
hasta
casi el invierno de la vida.
Dejé
un temblor, dejé una sacudida,
un
resplandor de fuegos no apagados,
dejé
mi sombra en los desesperados
ojos
sangrantes de la despedida.
Dejé
palomas tristes junto a un río,
caballos
sobre el sol de las arenas,
dejé
de oler la mar, dejé de verte.
Dejé
por ti todo lo que era mío.
Dame
tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto
como dejé para tenerte.
Rafael
ALBERTI, Roma, peligro para
caminantes (1968)
Organización
de las ideas
Poema de
Rafael Alberti, en concreto un soneto, publicado en el exilio. En su estructura
externa se observa la composición estrófica típica del soneto: dos cuartetos y
dos tercetos. En la interna, el contenido se divide en dos partes: por un lado,
los dos cuartetos y el primer terceto (vs. 1-11), donde el poeta expresa la
nostalgia y el dolor de todo lo abandonado en su país; y, por otro, el terceto
final (vs. 12-14), que sirve de síntesis a lo expresado anteriormente e
introduce una invocación a Roma. En dichas partes, las ideas se organizan del
siguiente modo:
·
Primera parte (vv. 1-11): Repaso de lo
que abandonó al partir:
o
Abandono de su trayectoria vital antes
del exilio.
o
Recuerdo de la guerra y del dolor al
marcharse.
o
Pérdida de la esperanza y de lo que más
le unía a su país.
·
Segunda parte (vv. 12-14): Apóstrofe a Roma para que lo acoja.
Tema
Petición de
acogida a Roma para continuar su exilio.
Resumen
Tras haber dejado atrás todo lo vivido en la patria, a causa
de la guerra, y de haber tenido que marchar al exilio donde ha alcanzado ya su
madurez, Alberti solicita asilo a Roma para que lo acoja en esta última etapa
de su vida.
Comentario
crítico
Este soneto del poeta Rafael Alberti pertenece a su obra Roma,
peligro para caminantes (1968), que recoge los poemas escritos desde la
llegada del escritor de la generación del 27 a la ciudad eterna para continuar
su exilio después de una primera etapa en Argentina. Este poema es, como muchos
de los escritos desde que el poeta portuense hubo de exiliarse, claro ejemplo
de la añoranza por todo lo perdido a causa la guerra y expresión esperanzada de
que, tal como señalamos en el tema anteriormente, Roma lo acoja propicia. El tono es desalentado al principio y esperanzado al final. Utiliza un registro formal y las funciones del lenguaje que destacan son la expresiva y la poética.
En primer
lugar, tenemos que hacer referencia al escueto y a la vez completo recorrido
que Rafael Alberti hace de su trayectoria vital: desde su infancia y juventud
en El Puerto de Santa María (mi perdida arboleda), hasta los últimos
años vividos en el exilio que han consumido su madurez (capitales años
desterrados / hasta casi el invierno de la vida). Pero es la segunda
estrofa la que de forma más clara nos sitúa ante la traumática experiencia
personal de la guerra y el exilio que,
en aquel período histórico de nuestra reciente historia, el poeta gaditano
compartió con tantos miles de compatriotas que debieron abandonar España con
escasísimas -por no decir nulas- esperanzas de regresar a ella. Recordemos que sólo Jorge Guillén y él regresaron del exilio y que Cernuda, aunque también evocó su vida pasada en este país, no estaba interesado en volver, como lo expresó en su poema Peregrino: Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas, /Sino seguir libre adelante.
Este poema
nos permite, por tanto, enfocar su análisis desde una doble perspectiva: una
particular, la del exilio español tras la guerra civil personificada en
Alberti; y otra general, la del drama de los seres humanos que a lo largo de la
historia han tenido que abandonar sus países de origen y afrontar tremendas
calamidades y sinsabores. Actualmente, a causa de muchos conflictos en
distintos lugares del mundo, millones de personas sufren el drama del exilio y,
lo que es peor, el rechazo de instituciones y gobiernos que no atienden a los
más elementales principios de humanidad y solidaridad, ni a los acuerdos
internacionales vigentes. Alberti, como otros intelectuales y artistas de su generación,
tras las primeras vicisitudes del destierro encontró acomodo en Hispanoamérica
y allí siguió desarrollando su obra en mejores circunstancias que otros
compatriotas anónimos que no gozaban de su reconocimiento artístico e
intelectual. Eso sí, compartiendo con ellos la añoranza de la patria perdida y
la frustración de no poder regresar algún día dadas las circunstancias
políticas españolas; pues, si bien las penurias materiales del autor fueron
menos, las emocionales se mantuvieron intactas durante sus treinta y siete años
de destierro.
No podemos
tampoco dejar de comentar la referencia al mar (la mar) de la tercera
estrofa, referente capital en la obra de Alberti desde sus inicios,
transformada ahora en símbolo capital de la patria perdida y, por ello, no es
extraño que después de insistir sobre todo lo que por el exilio el poeta ha
perdido, sea precisamente el mar perdido (su olor, su color) el que cierre este
inventario de abandonos.
En
conclusión, este poema escrito en los inicios del exilio romano de Alberti es
claro ejemplo para ilustrar la temática de buena parte de la producción del
portuense y de muchos de los poetas que abandonaron España tras la guerra
civil: el recuerdo nostálgico de la patria, el trauma de la guerra y el exilio,
y el sentimiento de pérdida vital del expatriado. Pero lo es también del drama
atemporal de los refugiados que vagan por el mundo esperando ser acogidos como
él cuando pidió asilo a Roma.
interesante!
ResponderEliminar¿Yo soy dura?
ResponderEliminar