CELESTINA.-
¡Gracioso es el asno! ¿Estás en tu seso, Sempronio? ¿Soy yo obligada a soldar
vuestras armas, a cumplir vuestras faltas? Que me maten si no te has asido a
una palabrilla que te dije el otro día viniendo por la calle, que cuanto yo
tenía era tuyo y que, en cuanto pudiese con mis pocas fuerzas, jamás te
faltaría. Y que, si Dios me diese buena manderecha con tu amo, que tú no
perderías nada. Pues ya sabes, Sempronio, que estos ofrecimientos, estas
palabras de buen amor, no obligan. Di a esta loca de Elicia, como vine de tu
casa, la cadenilla que traje para que se holgase con ella, y no se puede
acordar dónde la puso, que en toda esta noche ella ni yo no habemos dormido
sueño de pesar. No por su valor de la cadena, que no era mucho, pero por su mal
cobro de ella y de mi mala dicha. Entraron unos conocidos y familiares míos en
aquella sazón aquí. Temo no la hayan llevado. Así que, hijos, ahora que quiero
hablar con entrambos, si algo vuestro amo a mí me dio, debéis mirar que es mío.
Pero, aun con todo lo que he dicho, no os despidáis, si mi cadena parece, de
sendos pares de calzas de grana, que es el hábito que mejor en los mancebos
parece. Y si no, recibid la voluntad, que yo me callaré con mi pérdida.
SEMPRONIO.-
No es ésta la primera vez que yo he dicho cuánto en los viejos reina este vicio
de codicia. Cuando pobre, franca; cuando rica, avarienta.
PÁRMENO.-
Dete lo que prometió o tomémosselo todo. Harto te decía yo quién era esta
vieja, si tú me creyeras.
CELESTINA.-
Si mucho enojo traéis con vosotros, o con vuestro amo o armas, no lo quebréis
en mí, que bien sé dónde nace esto. Bien sé y barrunto de qué pie coxqueáis; no
cierto de la necesidad que tenéis de lo que pedís, ni aun por la mucha codicia
que lo tenéis, sino pensando que os he de tener toda vuestra vida atados y
cautivos con Elicia y Areúsa, sin quereros buscar otras. Movéisme estas
amenazas de dinero, ponéisme estos temores de la partición. Pues callad, que
quien éstas os supo acarrear, os dará otras diez.
SEMPRONIO.-
Déjate conmigo de razones. A perro viejo, no cuz cuz. Danos las dos partes por
cuenta de cuanto de Calisto has recibido; no quieras que se descubra quién tú
eres. ¡A los otros, a los otros con esos halagos, vieja!
CELESTINA.-
¿Quién soy yo, Sempronio? Calla tu lengua, no amengües mis canas, que soy una
vieja cual Dios me hizo, no peor que todas. Vivo de mi oficio, como cada cual
oficial del suyo, muy limpiamente. A quien no me quiere no lo busco; de mi casa
me vienen a sacar, en mi casa me ruegan. Si bien o mal vivo, Dios es el testigo
de mi corazón. Y no pienses con tu ira maltratarme, que justicia hay para todos
y a todos es igual. Tan bien seré oída, aunque mujer, como vosotros muy
peinados. Déjame en mi casa con mi fortuna. Y tú, Pármeno, no pienses que soy
tu cautiva por saber mis secretos y mi vida pasada, y los casos que nos
acaecieron a mí y a la desdichada de tu madre.
Organización de las
ideas
Fragmento de un texto
dialogado en prosa perteneciente al género dramático que forma parte del acto
XII de La Celestina. En su estructura externa se observa la división en seis
intervenciones de distintos personajes. En la interna, se pueden apreciar tres
partes: la primera, en que Celestina expone con mentiras cuál es la situación
real que a los tres afecta, la segunda en la que los criados se niegan a
aceptar sus embrollos y reclaman lo que es suyo, y la tercera en la que la
protagonista defiende su independencia. La acción transcurre, pues, de modo
gradual y coherente, pero al desconocerse el comienzo y el final del fragmento,
no puede hablarse de planteamiento, nudo y desenlace. De forma más explícita:
·
Primera parte.
Primera intervención de Celestina: Codicia de Celestina.
Ø Ingenio de Celestina para no compartir nada con los criados.
Ø Refugio en la mentira para quedarse con la cadena.
- Segunda parte. Respuesta de los criados: perspicacia de los criados.
Ø Conocimiento de la verdadera naturaleza de Celestina.
Ø Solicitud de la parte de las ganancias que les corresponde.
- Tercera parte. Respuesta de Celestina: defensa de su individualismo.
Ø Orgullo de su autosuficiencia para ganarse el sustento.
Ø Reclamo de la justicia como forma de defensa.
Ø Indiferencia ante lo que puedan saber de su pasado.
Resumen
Celestina
se niega a compartir con Pármeno y Sempronio ningún beneficio y se inventa que
unos parientes le robaron, pero ante la terquedad de estos les promete más
prostitutas. Los criados rechazan sus tretas y van aumentando su agresividad
por lo que Celestina defiende su persona recordando que todo lo ha conseguido
con su esfuerzo y que no le asusta lo que sepan de su pasado.
Tema
Codicia
desmedida de Celestina.
Comentario
crítico del contenido
Fragmento del acto XII de La
Celestina de Fernando de Rojas. Es un texto dialogado que pertenece al
género dramático. Al tener diálogo, el papel de emisor y receptor se
intercambian constantemente. La acción transcurre en casa de Celestina y el
tiempo coincide con el real de una conversación. Tiene un tono persuasivo y
agresivo. Las funciones del lenguaje que destacan son la expresiva, la
apelativa y la fática.
El tema de este fragmento es el
reflejo de los cambios ideológicos, sociales, culturales y económicos que se estaban produciendo en la
Europa de finales del siglo XV. Llama la atención la seguridad con que unos
personajes que casi rozan la marginación, como Pármeno y Sempronio, o que están
inmersos en ella, como Celestina, afirman su individualismo, defienden sus
derechos, en una época en que la sociedad estamental aún funciona plenamente.
Si los comparamos con los personajes heroicos de los cantares de gesta que
actúan como modelos para la colectividad, estos tienen un sentido utilitario y
funcional de la vida, y lo único que les importa es satisfacer sus necesidades
más inmediatas sin tener en cuenta modelos morales de comportamiento. Y una de
las manifestaciones de afirmación de ese individualismo es la codicia. Al
comienzo de la Edad Media el campesino o pequeño burgués, llevaba a cabo unas
rudimentarias transacciones comerciales que consistían en el trueque de unos
productos por otros; cuando se empieza a tener conciencia del valor del dinero
y del oro en general, todas las clases aspiran a poseerlo. Que los criados de
Calisto y Celestina se disputen las ganancias por los servicios prestados a
aquel y que no les importe llegar al crimen o morir, es una prueba de que la
mentalidad en general había cambiado y que el conocimiento de los valores
humanos (humanismo) crecía a la par de la estimación por todo lo material: la
sociedad estamental comienza el inexorable viaje hacia la sociedad de clases
económicas. Ningún pensamiento ni análisis lo resume mejor que la atinada frase
de Pármeno: que sobre dinero no
hay amistad. Dicho que a partir de esa época no ha dejado de tener vigencia.
Otro aspecto que
evidencia ese individualismo y los cambios de la época es la seguridad con que
Celestina afirma que no es a ella a quien corresponde el pago de las armas que
ellos hayan estropeado, sino a Calisto de quien afirma que es persona que luego lo cumplirá, que
no es de los que dicen «vive conmigo y busca quien te mantenga”. Es decir,
Celestina sabe defender lo suyo y, aunque intuye que entre su querer ser (triunfar
económicamente) y su tener que ser (adaptarse a lo que la vida le
ofrezca), suele triunfar el segundo, sin embargo, no pierde la oportunidad de
ganar dinero a pesar de su edad, y por eso Sempronio le recuerda que en cuanto
que tiene algo se vuelve, como todos los viejos, más conservadora (no quiere
compartir):Cuando pobre, franca; cuando rica, avarienta.
Pero este fragmento,
de asombrosa modernidad, también pone en evidencia la marginación y la pobreza
que existía en la época. Celestina conocía el mundo de la prostitución y en él
se siente tan segura que por eso ofrece a los criados de Calisto más
prostitutas, pero con ello intenta desviar la atención de la cadena de oro. Sin
embargo, ni la lujuria calma la codicia de estos personajes que, acostumbrados
a convivir con los lujos y el bienestar de su señor, pero sin posibilidad de
poseerlos, ansían como el mayor de los logros, la adquisición de dinero. La
pobreza empieza a verse como un lastre del destino del que había que salir
cuanto antes; ya no se siente el conformismo social de otras épocas: el hombre
ya empieza a creer que, con posibilidades, todos pueden ser iguales, por eso
los criados se permiten criticar abiertamente a sus amos. El poder del dinero
es tan fuerte que de nada sirve ya la astucia psicológica de Celestina, sus
tretas para engañar, porque los criados, siguen empeñados en su objetivo.
Es al final
cuando Celestina defiende mejor su persona y su condición, convirtiéndose su
intervención en un modelo de la forma de pensar de la gente de su condición
social. La exaltación del valor de la persona por sí misma se materializa con
su discurso: todos los trabajos son necesarios en una sociedad; la dignidad se
acrecienta si no se depende de nadie porque de esta forma el hombre se libera
del servilismo a las clases superiores. Así, un personaje de los bajos fondos,
se convierte en defensor universal de los derechos básicos del individuo, en
abanderado de la libertad: Vivo de mi
oficio, como cada cual oficial del suyo, muy limpiamente.
Texto magnífico,
sin duda, que explica por qué La Celestina supuso un cambio en la historia de la literatura, pues su
autor no solo supo adaptarse a la psicología y registros de sus personajes sino
que abrió el camino de una literatura de amplios ecos sociales en la que todas
las clases tienen un evidente protagonismo.
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